El fundador del Grupo de Neurobiología del Desarrollo-GND e investigador del CSIC en el Instituto Cajal explica este jueves en León los avances para atajar el daño neurodegenerativo de la enfermedad.
Los estudios sobre la mielina del sistema nervioso central que desarrolla el Grupo de Neurobiología del Desarrollo-GNDe del Instituto Cajal del CSIC trabajan en una terapia revolucionaria que consiste en «incorporar al arsenal terapéutico de la esclerosis múltiple fármacos remielinizantes», explica el investigador Fernando de Castro Soubriet que fundó este grupo en 2003. El científico habla de estos avances en la investigación de la esclerosis múltiple esta tarde a las 19.30 horas en la sala Gordón Ordás de El Albéitar dentro del tercer ciclo de conferencias por el Año Ramón y Cajal «Neurociencia a través del tiempo: De Ramón y Cajal y sus discípulos a la era actual» que organizan la Fundación Leonesa Pro-Neurociencias y el Instituto Universitario de Biomedicina (Ibiomed) de la Universidad de León.
—¿En qué están trabajando en su grupo y cómo se traslada a los pacientes?
—Mi grupo trabaja hace ya muchos años en problemas relacionados con la mielina en el sistema nervioso central en condiciones normales y en patológicas, fundamentalmente en esclerosis múltiple y en modelos de esclerosis múltiple, y nos hemos enfocado en promover la remilinización espontánea que ocurre en el cerebro de los pacientes.
—¿Promoverla?
—Promoverla, sí. Hay células en el cerebro, precursores de oligodendrocitos, que reaccionan frente al daño e intentan repararlo. Pero esa reacción no es suficiente o bien se ve superada desde equis tiempo y entonces la enfermedad progresa. La idea es intentar incorporar fármacos remielinizantes al arsenal terapéutico con el que se trata la esclerosis múltiple.
—¿Por qué han elegido esta vía?
—La esclerosis múltiple ha sido considerada tradicionalmente solo como una enfermedad de origen autoinmune y por tanto se ha centralizado todo el esfuerzo terapéutico en utilizar diferentes estrategias de inmunomodulación. Eso ha llevado a que desde que se dio el primer fármaco específico para la esclerosis múltiple, fue en 1993, es decir hace 31 años, que es muy poco tiempo, todos los fármacos son inmunomoduladores. Al principio, tenían muchos efectos secundarios. Los pacientes tenían que estar encamados u hospitalizados. Ahora hay más variedad y tienen menos efectos secundarios. Incluso se pueden tomar de forma oral y no estar ingresados. Pero solo se ha atacado la parte inmunopatológica y no la parte neurodegenerativa.
—¿Se ha minusvalarado la afección neurodegenerativa de la esclerosis múltiple?
—La parte neurodegenerativa o neuropatológica se ha considerado que era una forma secundaria y que solo se llegaba a ella después de que se hubiera cronificado mucho toda la inflamación y hubieran aparecido una serie de problemas. Nosotros llevamos estudiando mucho tiempo que los problemas neuropatológicos están desde el principio del ataque y cuanto antes se atajen, mejor, porque vas a conseguir reparar algo y luego enlentecer la progresión. Ha costado mucho cambiar la mentalidad, sobre todo de los clínicos, porque seguían asociando la esclerosis múltiple solo al aspecto inmunomodulador.
—¿Ya hay algún resultado esperanzador?
—En el año 2017 se aprobó el primer ensayo clínico que dio resultados razonablemente positivos con un fármaco remielinizante. Era un antihistamínico para tratar la alergia de los años 60 que se abandonó porque tenía muchos efectos secundarios, generaba mucha somnolencia. Nosotros estamos intentando aumentar el número de fármacos remilinizantes para que puedan llegar a la clínica.
—¿Cuáles son esos nuevos fármacos?
—Hemos probado algunos como uno que está en fase 2-3 de ensayo clínico para el ictus y que, por tanto, ha pasado todos los ensayos de bioseguridad y biodisponibilidad en el cerebro. Hemos visto, a partir de reportes publicados el año pasado, que tiene un gran efecto remielinizante.
—¿Se podría usar en la esclerosis múltiple?
—Si la industria lo considera, es susceptible de entrar en un ensayo clínico para utilizarlo. Además, hemos identificado remielinizantes de diferente naturaleza para generar cócteles en combinaciones diferentes, según sea cada uno de los casos, con los inmunomoduladores.
—¿Las terapias inmunomoduladoras no se suprimirían?
—No, no contemplamos descuidar ese aspecto como se ha hecho hasta ahora con la parte neurodegenerativa. Queremos que cuando se diagnostique a un paciente se le empiece a tratar desde el minuto uno con inmunomoduladores para frenar la progresión de la enfermedad en la medida de lo posible y con un remielinizante para intentar revertir el daño que haya ocurrido.
—¿Todo esto implica hacer más ensayos clínicos?
—El fármaco está prácticamente en un mercado pero para ictus. Hay que desarrollar el ensayo clínico también para el paciente de esclerosis. Pero también hace falta un sólido estudio preclínico porque ha habido varios ensayos clínicos con remielinizantes potentes en los que se ha gastado muchísimo dinero —1.500 millones de euros— y se habían hecho con unos estudios preclínicos muy flojitos, y han fracasado.
—¿Su laboratorio está cualificado para hacer estos estudios preclínicos?
—En el laboratorio disponemos de varias opciones complementarias de experimentos in vitro, experimentos in vivo, experimentos con células y modelos animales o experimentos con células humanas que nos pueden dar mucha más garantía de cómo es el mecanismo de acción y los posibles efectos secundarios que pueda tener un fármaco y las posibles interacciones con otros sistemas. En un periodo de tiempo razonable y por un coste muy razonable, podemos dar mucha información acerca de cómo funcionaría un compuesto.
—¿Estos estudios sobre mielinización son útiles para otras enfermedades?
—Hay desmedizaciones secundarias o no bien estudiadas en el párkinson, la esclerosis lateral ammiotrófica, la demencia frontotemporal, los traumatismos cerebroencefálicos, los traumatismos medulares de médula espinal e incluso hay alteraciones de mielina en la esquizofrenia y no están bien estudiadas. Además, algunas leucodistrofias (enfermedades raras y huérfanas) en el laboratorio se pueden beneficiar de nuestro estudio en la esclerosis múltiple.
«No contemplamos descuidar el tratamiento inmumodulador, sino atajar cuanto antes la parte neurodegenerativa».